miércoles, 28 de agosto de 2019

Un gobierno opositor a sí mismo

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Ministro de Hacienda, Hernán Lecunza


Hernán Lacunza no desentona con el gobierno. Balbucea, se tropieza con las palabras, habla con desgano, como si ya se hubiera cansado del papel que le toca representar en este momento. Es fiel al libreto de Cambiemos, que ha acordado en todas su filas repetir que la culpa de la inestabilidad es de Alberto Fernández. 

Habla como si le pesara cada frase que reconoce en su interior como una falacia más, un nuevo engaño, apenas una gota de alcohol sobre el cuerpo gangrenado de nuestra economía.
Están convencidos de que los argentinos somos, en su inmensa mayoría, idiotas sin remedio y ese imaginario los predispone a la burla permanente, la mentira descarada y la fantochada mediática con delirios de stand up. Los resultados electorales de 2015 y 2017 los impulsan a suponer que nunca nos daremos cuenta del descomunal desastre. Se niegan a contradecir el precepto que indica que a las acciones iguales les corresponden idénticos resultados. Por eso la sorpresa, la incredulidad, el berrinche de nenes ricos a los que les negaron el nuevo juguete.

Lacunza es un ministro incómodo, sus laderos en la mesa parecen darse cuenta y comentan por lo bajo. No acierta a completar una oración con solvencia, pero no con la festiva torpeza del presidente que no tiene más remedio que responder a su bestialidad insuperable. Lo de Lacunza se asemeja a la tristeza, al que sabe que se sube al ring con la pelea está perdida y que de todos modos lo han empujado a recibir la paliza irremediable.

La pobre representación de un títere vencido, apelando a la responsabilidad de Alberto Fernández que es para ellos el que fuga capitales al exterior y compra dólares por miles de millones para ocasionar la profundización de la crisis. Lacunza es burdo, evidente, lamentable; porque debe ser así para no desafinar en este desconcierto permanente.

Nada, eso es lo que tienen, nada. No encuentran la forma de pensar en medidas en contra de sus más íntimas convicciones. Deben pensar que es una pena porque estaban tan cerca de destruirlo todo, “si ganamos vamos a hacer lo mismo pero más rápido” le confesaba Macri al ultraderechista escritor Vargas Llosa. Hoy solo les falta decretar el corralito y salir a decir “Qué lindo es dar buenas noticias”. Y ese día los furiosos medioclasistas odiadores de negros choriplaneros gritarán a voz en cuello “piquete y cacerola. La lucha es una sola” y hasta es posible que marchen indignados del brazo con algún pobre.

1 comentario:

  1. ESTÁ ARREPENTIDO EL DESCUBRIÓ QUE ES MARCOS PEÑA QUIEN MANEJA EL PAÍS

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