martes, 7 de enero de 2020


Pasas a mi lado como si no pasaras, como quien pisa una sombra, una baldosa floja que salpica tu desagrado. 

Estoy tan presente que no me ves, me hice parte de la calle, como un despojo que no merece ni el abrigo ni la caricia de su nombre. 

Apresurado en tu carrera de pasillos asfixiantes, con la cabeza hundida en la hipnótica pantalla. a algunos les conviene que no me veas, ya vendrán los palos a invitarme a que me vaya.
  
Te miro, yo tengo mis ojos todavía, tiendo mi mano con ridícula esperanza, somos tantos cada día en los bordes de la vida que ni siquiera tu ceguera alcanza.  
Brotamos entre las piedras como la mala hierba, persistentes en nuestro empeño por compartir el aire, me recorres con las suelas gastadas sin sentirme siquiera, soy una ofrenda de tu olvido destinada a que se pierda. 

Estoy, aunque no quieras verme, aunque gires la cabeza y maldigas mi presencia, aunque arruine tu paisaje de faroles y vidrieras, estoy aunque tú seas el que se pierde en la marea. 

Y aquí estaré mañana, hasta que llueva en tu mirada, hasta que alguien firme mi sentencia, aquí estaré hasta que tú quieras.

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