domingo, 8 de diciembre de 2019

Tiempos violentos

La violencia no es la excepción sino la regla y eso es lo lamentable. No desaparece sino que muta en otras formas sobre todo si tenemos en cuenta las herramientas para ejercerla. Pero siempre está, como una característica intrínseca a la convivencia humana.
Vivimos en un mundo material, somos materia, sustancia doliente, deseante, conflictiva, emocional; y las tensiones entre lo intelectual y lo material se disputan sobre el terreno de las necesidades - desde las más básicas a las más complejas - y de esas luchas surgen las diferentes versiones que tenemos de nosotros mismos.
No es buena cosa el ser humano, eso hay que decirlo. A la luz de los acontecimientos recientes y del balance de nuestro paso por el mundo podemos reconocer que no hemos construido más de lo que hemos destruido.
Las muestras de barbarie ejercida por el ser humano contra otros seres resultan aberrantes, el ejercicio de la violencia ha tenido a lo largo de la historia infinidad de muestras con diversos mecanismos, desde los más elementales a los más refinados. 
Quizás lo que suceda hoy es que las muestras de brutal violencia desde los sectores de poder sobre las poblaciones que buscan hacer valer sus derechos, parecen más desmesuradas y salvajes porque son contemporáneas, las estamos viviendo y no leyendo en un manual de historia. Y este pequeño detalle se suma a que en la actualidad la información sobre esos procesos violentos, sobre las acciones desquiciadas de los asesinos a sueldo que componen las diferentes fuerzas de seguridad en cada país, son reproducidas por una multiplicidad de plataformas sobre las que el poder económico y político ejercen un control muy limitado.

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La sensación que prevalece es que no estamos a salvo, en ningún rincón de Latinoamérica y del mundo. Los bancos, las familias poderosas que representan al 1% de la población mundial, han trabajado para reducir la condición humana a la de animales de carga, engranajes descartables de una maquinaria que proporciona descomunales ganancias a una minoría a costa del hambre y la miseria de las grandes mayorías.
Hace mucho tiempo - desde siempre en realidad - que esa minoría enriquecida por las guerras, el esclavismo, la corrupción, las dictaduras, el saqueo colonial y las estafas comerciales; tratan de explicarle a la gente común que este mundo no es para todos. Es tan sencillo como despiadado, pero ese el el concepto central.
Que este mundo no es para todos es lo que explican, de forma poco académica, las balas, los palos, las torturas, las violaciones, los asesinatos, los gases y todas las formas de represión y adoctrinamiento social desplegados por los chacales del imperio en todo el planeta.

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Lo que nos toca explicarles, entonces, a los dueños de todo lo que existe, es que no estamos de acuerdo con esa premisa de vidas que importan y vidas desechables. Es por eso que se han diseminado tantos focos de violencia en la región, tanto hartazgo frente a la voracidad ilimitada de los capitales, de los mercenarios financieros, los buitres y sus legionarios modernos. Frente a los desproporcionado del ataque contra el propio pueblo, la gente se ha propuesto no ceder, no esconderse ni rendirse. Semanas y semanas de protestas que no se diluyen ni con los tanques en las calles ni con las capturas masivas de manifestantes ("cacerías" según las propias palabras del gobierno de facto en Bolivia).
Pero eso sí, se han cuidado de expresar que se trata de una guerra santa, es la Biblia en contra de la Pachamama, o es la Biblia en contra de los líderes populares que representan al infierno, son los ángeles contra los demonios y los medios hegemónicos celestiales se dedican de forma permanente a mostrar quién es quien según los propios intereses económicos que defienden.
Piñera, por ejemplo, es bueno, porque es millonario y amigo de Trump (su marioneta en realidad). En bolivia según palabras del propio presidente saliente de la Argentina "Yañez" es una presidenta "electa". Macri reafirma en cada frase su precariedad y sus miserias intelectuales, no solo no sabe el nombre de Añez. la usurpadora golpista de Bolivia, sino que la considera "electa". En Colombia sucede otro tanto, con muertes y secuestros por parte de los matones de Duque, otro lamebotas de los EEUU. Y sucede igual en Brasil con Bolsonaro quemando y privatizando reservas naturales. Y es igual en Francia, en Hong Komg y tantos otros lugares del mundo donde se imponen las formas menos sutiles de domesticar voluntades y sosegar descontentos.
Acá, en nuestro querido suelo, este próximo martes asume un nuevo gobierno. 
La esperanza nos dicta que todo irá mejor, que habrá un reparto más equitativo de la riqueza, que volverán los mayores a tener sus remedios, se irán despoblando los comedores comunitarios, habrá más empleo y más oportunidades para todes.
Pero resulta ser que la oligarquía feudal terrateniente ya está calzándose las botas y ensillando los tractores y salir a sembrar lo que mejor saben sembrar que es el odio y la violencia. No están dispuestos a apagar las luces de la fiesta macrista, esa que les otorgó todos los beneficios sin dar nada a cambio. Los resultados de esa bacanal fue el vaciamiento de las arcas del Estado, en colaboración con los saqueadores oficiales que fugaron miles de millones a madrigueras foráneas.
Ante la necesidad de aplicar los lógicos impuestos sobre la renta extraordinaria, los estancieros esclavistas y todopoderosos se han alertado y convocan a tomar medidas, las que sean, con tal de alambrar las posibilidades de crecimiento del país. 
Esos mismos que se envuelven en una bandera argentina cada vez que les conviene, que cantan un himno que desconocen y que no sienten, se abrazan a los dólares tan verdes como sus sembradíos y sueñan con quedarse con todo eternamente. Son eso que proclaman que mantienen a los vagos y que le dan de comer a todo el país. Los grandes mentirosos protagonistas de masacres históricas en favor de sus cuentas bancarias y promotores de dictaduras con tal de preservar sus intereses.

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Que esa amenaza no sea el anuncio de un escenario similar al de Bolivia en la Argentina, que no se unan las bajezas de los embaucadores evangelistas y los oligarcas ancestrales para corromper la paz social y proponer un escenario de violencia para imponer sus condiciones más brutales. Algo está sucediendo de forma subterránea, algunos teléfonos frenéticos han estado sonando en estos últimos meses, yo no creo que el monarca desquiciado y balbuceante abandone la burbuja con su séquito de forma resignada y pacífica. Ningúngesto de grandeza puede surgir de Cambiemos, algún pacto de colaboración entre fuerzas oscuras debe haberse firmado. Clarín y La Nación ya iniciaron sus campaña en contra de aquello que todavía no sucedió, por si acaso, "periodismo de guerra" según la propia confesión de sus empleados. El pacto social que propone Fernández no los incluye, porque ellos están fuera de la Ley, de la sociedad y de las condiciones, son los propulsores del desastre o los aniquiladores de la democracia a su antojo, con su prédica permanente instalando el odio que ayer pudimos ver en el acto de despedida de uno de los presidentes más corruptos y perversos de la historia democrática del mundo.
Ese odio de los prepotentes capitales, las oligarquía gorila acompañada por un nutrido ejército de desclazados y rubios aspiracionales que se suponen la reserva moral y republicana de la patria, es la bandera de un sector social que puede proponer la violencia como respuesta a sus caprichos y como consecuencia de su profunda ignorancia y desmemoria.
Que esto último no prospere depende de todos y cada uno de los que juramos defender el Proyecto Nacional y Popular firmando nuestro pacto con la historia,

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